En
los últimos años, gracias a los avances médicos en cuidados intensivos
neonatales, hemos asistido a una disminución significativa de la tasa de mortalidad
en los niños prematuros. En Estados Unidos, se ha pasado de una tasa de
mortalidad del 12/1000 nacimientos a un 7/1000 nacimientos. No obstante, los niños que consiguen
sobrevivir a las complicaciones médicas perinatales, a menudo son nacidos antes
de término, con una baja edad
gestacional y bajo peso al nacer lo que,
en conjunto, a menudo les conlleva distintas complicaciones médicas y en el
desarrollo en general.
De
acuerdo con los datos del Centro Nacional de Estadística en el 2005 en EUA
(Hamilton et al. 2006), los niños con
bajo peso al nacer (<2,500 g) o muy bajo peso al nacer (<1,500
g) representan el 8,2% y
1.5% de los casos respectivamente. Los niños con peso extremadamente bajo al
nacer representan un 0.4% (>750gr). De estos, se calcula una supervivencia
del 80% de los casos de prematuros extremos.
Del mismo modo, los niños nacidos pretérmino (<32 semanas de edad
gestacional), o prematuros extremos (<29 semanas de edad gestacional),
representan el 12.7% y el 2% respectivamente.
Desafortunadamente,
esta disminución de la mortalidad ha evolucionado en paralelo a un aumento de
las alteraciones en el neurodesarrollo de los niños prematuros, que incrementan
a menor edad gestacional y menor peso al nacer. Entre ellas encontramos
complicaciones como: la parálisis cerebral, sepsis, patología pulmonar,
endocoletiasis y alteraciones neurológicas (hidrocefalia, dilatación
ventricular, alteraciones sustancia blanca) que pueden conllevar un espectro
amplio de distinta gravedad de déficits cognitivos en edad escolar.
Algunos
estudios (Taylor et al., 2004),
destacan que incluso los niños prematuros extremos con un neurodesarrollo
aparentemente “normal”, a menudo sufren dificultades en los aprendizajes
académicos a largo plazo, especialmente en áreas como las matemáticas. Estas dificultades académicas
se deben en su mayoría a las alteraciones cognitivas en cuanto al rendimiento
cognitivo general (CI) y de manera más específica en los dominios de la
atención y el funcionamiento ejecutivo.
Estos
déficits en funciones cognitivas como la atención y el funcionamiento ejecutivo
se deben, mayoritariamente, a disfunciones neurobiológicas asociadas a
sufrimiento fetal y periodos de deprivación de oxígeno y/o glucosa en fases muy
tempranas del desarrollo. Por lo tanto, en muchos casos estas dificultades
pueden ser explicadas por correlatos anatómicos cerebrales debido a agresiones
en fases iniciales del neurodesarrollo (formación de neuronas, migración,
formación de nuevas sinapsis y circuitos cerebrales).
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¿Qué
dificultades pueden aparecer en la edad escolar?
En
general, las dificultades no suelen detectarse hasta los inicios de la
escolarización primaria, cuando se observa de manera más destacada la
dificultad en la adquisición de algunos aprendizajes en comparación con el
resto de compañeros de su misma edad.
Las
habilidades cognitivas implicadas en los aprendizajes son múltiples. Así, la
adquisición de aprendizajes curriculares como la lectura, deletreo, escritura,
cálculo, razonamiento matemático, técnicas de estudio, etc. implican capacidades cognitivas
concretas como planificación, abstracción, secuenciación, velocidad de
procesamiento, aritmética llevadas a cabo por áreas y circuitos cerebrales
específicos.
En
niños prematuros suele ser frecuente que, aun teniendo un CI dentro de la media
de la normalidad, aparezcan problemas en los aprendizajes durante la edad
escolar. Esto se debe a una disfunción ejecutiva y déficit atencional debido a
la afectación en el proceso de neurodesarrollo que conlleva dificultades en el
razonamiento y resolución de problemas en general en el día a día del niño/a.
Por
ello, es importante detectar las dificultades escolares e intervenir de forma
precoz, puesto que, a diferencia de las clásicas concepciones que apoyan
tópicos y etiquetas como “ya madurará”, “tenemos que dejarle tiempo”, “él solo
se pondrá al nivel”, “es inmaduro”, etc. hoy en día los avances científicos
demuestran la importancia de la intervención precoz para la eficacia del
tratamiento a nivel neuropsicológico y psicopedagógico que englobe la
intervención directa con el niño así como un asesoramiento a padres y escuela
como parte fundamental del tratamiento.
Cuando
hablamos de dificultades sociales y emocionales nos referimos a los problemas
que puedan aparecer en el niño al interaccionar con su entorno (escolar,
amistades, etc.), cumplir normas,
socializarse de forma adecuada, resolver conflictos emocionales de forma
razonada y estable, poder regular su conducta, etc. En general, es normal que algunos niños tengan
dificultades para autorregular su comportamiento y a menudo se salten normas o
actúen inadecuadamente.
No
obstante, los niños prematuros suelen tener con más frecuencia dificultades en
estrategias de afrontamiento y manejo de problemas emocionales asi como
dificultades para estar tranquilos, comer y dormir bien. Para ello, es
importante hacer un seguimiento hasta la juventud para evitar dificultades en
la autoestima y habilidades sociales.
Por
otro lado, los estudios demuestran una mayor incidencia de casos de Trastorno
por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en niños con premautirdad y
bajo peso al nacer, a menudo por la sintomatología clínica y los procesos
neurobiológicos que tienen en común, es decir, en los aspectos atencional y de
funcionamiento ejecutivo y los circuitos fronto-subcorticales. Además, se ha
descrito una mayor incidencia de un perfil de TDAH de subtipo disatencional.
¿Qué podemos hacer para ayudar a
nuestro hijo?
Hoy
en día la mayoría de intervenciones específicas en niños prematuros, están
centradas en mejorar su rendimiento a través de una estimulación cognitiva para
trabajar y compensar sus dificultades.
Las
intervenciones a largo plazo van dirigidas a ayudar al niño a medida que éste
va creciendo y el nivel de exigencia escolar va aumentando. Cabe destacar, que
el inicio de cualquier intervención neuropsicológica debe partir de un estudio
neuropsicológico completo, que evalúe el
perfil cognitivo, emocional y conductual de cada niño de manera
individualizada para plantear objetivos de tratamiento específicos.
En
general, los objetivos terapéuticos a intervenir se centran en:
- - Intervención
dirigida a padres: pautas de manejo de conducta, psicoeducación
- - Intervención
dirigida al niño: estimuación cognitiva, técnicas de estudio, intervención en
funciones ejecutivas y atencionales
- - Intervención
dirigida al colegio: asesoramiento y pautas a escuela
Finalmente,
la colaboración conjunta entre los padres y los profesionales de la educación y
sanidad que intervienen en el desarrollo del niño es fundamental para asegurar
la eficacia del tratamiento.
Marta Sanz Palau
Neuropsicóloga
N.Col. 21329
Referencias
1. Hamilton,
B. E., Martin, J. A., & Ventura, S. J.,2006. Births: Preliminary data for
2005. Health E-Stats. Retrieved November 21. www.cdc.gov/nchs/products/pubd/hestats/prelimbirths05/prelimbirths05.htm
2.
March of Dimes: Prematurity, born
too soon, too small: Perinatal epidemiology research initiative. March of Dimes
Research Annual Report: The Promise of Science, March of Dimes Birth Defects
Foundation, White Plains, NY 1998.
3.
Bennett FC. Developmental
outcomes. In Neonatology, Pathophysiology, and Management of the Newborn, eds
Avery GB, Fletcher M and MacDonald MG. Lippincott, Williams, & Wilkins,
Philadelphia, PA 1999, 1479-1497.
4.
Owen, 2010. Pediatric
Neuropsychology. Chapter 2. Taylor, G. Children with Very Low Birthweight or
Very Preterm Birth
Para saber más...
http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=195181
http://www.medscape.com/viewarticle/461571_3
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